jueves, 24 de diciembre de 2009

Siete brevísimos para despedir el 2009

Proceso
Poco después de ser condenado, el reo alegó en su descargo: —Su pecho se clavó en mi cuchillo mucho antes de que yo lograra retirar mi mano.
—¡Miente! —exclamó el asesinado—. Les aseguro que estaré allí.

Reparaciones
—Alcánceme un verne, Stevenson.
—No hay, London, se acabaron, ¿se arregla con un salgari?
—No, no sirve. A ver, probemos encajando un merritt en el dunsany del bourroughs.
—Ahí va. ¿Funciona?
—No. ¡Maldición! ¡Nos hundimos!

Mal negocio
Heriberto Tremebúndez se compró un kafka de segunda mano, pero no pudo usarlo como perro guardián porque las noches de luna llena se convertía en escarabajo pelotero.

Priapismo vital
Era un hombre duro, inflexible; toda su vida estuvo signada por una monstruosa rigidez. Ni siquiera se ablandó cuando nacieron sus hijos, ganó el Nóbel o viajó a Marte. Sólo el rigor mortis postrero le permitió relajarse un poco.

Una lección de arqueología
El aparato pareció revivir y durante unos breves instantes tuvimos la sensación de estar mirando a través de una ventana abierta al pasado.
Comenté: —Así que estos eran los famosos humanos…

Una cuestión de sentimientos
Rehén de las palabras que forjaba en sus novelas, el escritor se fingió mudo para conquistarla. Ella, ciega, olió el truco, le acarició los labios, le cubrió los oídos con cera y siguió lamiendo su helado.

Recurso extremo
—¿Los androides sueñan con ovejas eléctricas, señor Dick?
—Sólo cuando tienen insomnio —respondió el escritor.

2 comentarios:

DANIEL SÁNCHEZ BONET dijo...

Me gustó sobre todo el último.

gran forma de despedir el año

Javier López dijo...

La lección de arqueología, las ovejas eléctricas... magníficos. Un buen regalo de fin de año.